martes, 25 de agosto de 2009

4.6- Capitulo 6

6. Teatro. Belleza interior



  254. El teatro nunca puede remitirnos a lo doméstico. Debe connotar. No denotar... No es malo que en una representación surja lo «doméstico», pero siempre que esté teatralmente trascendido. Si tu interior es «doméstico», si tu mundo está hecho de prosa prosaica, si no tienes dentro de ti una pasión, unas ganas de trascender y de compartir cosas con el público, con los espectadores, deberías comenzar ya, urgentemente, a ir construyendo un mundo interior, un paraíso interior que sea mil veces más bello que el que los mortales –tú incluido– perdemos cada día. Si no estás dispuesto a eso, si no quieres «ofrecerte» a los demás y darles lo mejor de ti (a la gente y a los personajes que vayas a interpretar), entonces te diría que estás perdiendo el tiempo, que debes dedicarte a otra cosa. Será mejor para ti. Seguro. Serás más feliz haciendo otra cosa.

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255. Te diré ,al respecto, que casi toda la preparación en la que creo, es la interior. “El actor se prepara…” es una frase ya mítica en el vocabulario del gran maestro ruso al que siempre hemos de referirnos. Que el actor se prepare es más importante, más urgente que ponerse a hacer cosas en un escenario, sin haber alcanzado grandeza por dentro, como persona, como futuro profesional. Nunca darás nada en un escenario, si no estás lleno de reflexiones, de circunstancias ajenas y propias que te preparen el camino hacia una Itaca que, en realidad, nunca se alcanza.



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  256. El teatro es una entidad poético-dramática. En el teatro inventamos el mundo a cada momento. El idioma ha de parecer inventado por el actor, quien ha de ser  consciente del propio discurso. El teatro ha de ser como una lengua extranjera… Como si fuera la primera vez que decimos lo que el texto contenga... como si nadie nunca hubiera «gastado», deteriorado esas palabras. Hay que decirlo como tal lengua extranjera y evitar, así, la domesticidad, lo prosaico... Nada tiene esto que ver con el uso de la estúpida grandilocuencia... Teatro y grandilocuencia están reñidos... De nuevo, te remito hoy a la idea de «Mirada extranjera», un bello poemario de Jenaro Taléns.

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  257. El teatro no es un camino hacia la verdad prosaica, hacia la vida vulgarizada. La vida, en todo caso, imita al arte. Es el arte el que construye los lenguajes… y los lenguajes los que nos llevan al arte El mundo vulgar está construido alrededor de formas de idioma de referencia inmediata, no de lenguajes escénicos que nos transporten –más allá del significado inmediato- a lugares idóneos donde todos podamos ser mejores…, a menos que estemos hablando de «teatralidad de la vida cotidiana», pero ésa es otra cuestión. Incluso el realismo de la generación de los «angry young men», incluso esos autores del teatro de la Ira, nos ofrecen textos llenos de altura poé­tica, arte puro. Lee por curiosidad, y porque es una obra hermosa, Mirando hacia atrás con ira (Look Back in Anger) de John Osborn, para cotejar lo que intento explicar aquí.

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  258. La gramática convencional no rige en el teatro. El teatro es el teatro: no es ni vida, ni literatura. El teatro no tiene nada que ver con la literatura. Un poema, una novela... existen en tanto que escritura. El teatro no... El teatro no existe sino como espectáculo. No existe para producir placer leyéndolo, aunque lo hagamos y sea lícito. Pero el último destino de lo que leemos es el escenario.

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  259. Leer (dar) el texto es como tocar el piano: «hay que saber manejar el teclado. Hay que saber distinguir las teclas blancas de las negras, y hasta el uso de los pedales, la sordina...».

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  260. El teatro es un hecho sustancialmente bello, que crea magia y genera vida propia, y sus grandes héroes han llegado a nuestra cultura como hechos contundentes, esquemas de conductas determinadas. Recuerda Edipo, Teseo, Fedra, Electra, Bacantes, Hamlet, Othello, Yago, Romeo, Julieta, Segismundo, Pedro Crespo, Don Juan...

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  261. Una obra de teatro no existe sino como espectáculo a través de la voz, el texto, el cuerpo, el gesto, y otros elementos, de un ámbito muy lejano al literario, hecho de páginas, y capítulos.

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  262. Hay que perder el miedo; hay que poner los dedos sobre el teclado, aprender a tocar la partitura: saber hablar. Luego, aprender a vestir el personaje por dentro, descubrir el modo de habla del personaje que vayas a interpretar, su temperamento, su conducta...

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  263. Todo está semantizado, pre-determinado, subsemantizado. El teatro es como una ceremonia, un ritual, donde se van desgranando las palabras de lo evidente (texto escrito) y las que subyacen poéticamente y van configurando el alma, el centro del drama... que hemos de ir descubriendo, imaginando, llegando a las zonas más oscuras que hicieron nacer el drama... Hablamos ahora de esas palabras que surgen como la conciencia y que pertenecen al subtexto. Recuerda que desestimar el subtexto, equivale a negar la existencia del texto.

                                   
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  264. Hay que valorar la importancia de la transición en relación con la sorpresa. El teatro es sorpresa permanente: juego de tonos, de ritmos y de registros.
                                   
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  265. No podemos hacer literatura sobre el escenario. Podemos usarla, pero sobre el escenario hay que hacer teatro: interpretar con el cuerpo los subtextos y darles volumen con la voz, con el alma, juego de tonos, de ritmos y de registros.

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  266. Cuando el teatro surge de la realidad, lo hace desde la representación de la realidad «teatralizada», la elevación de la realidad a arte, a misterio, a ejemplo del mundo... y los actores son los ejecutantes, los que concelebran (como en el sacerdocio), los que unen texto, representación y público... La estructura del verso, la propia esencia del mismo es el contenedor más sagrado de cuantos puedan existir para guardar, velar, valorar los grandes secretos que los textos teatrales tienen desde El Misteri D´Elx hasta Becket o el honor de Dios de Anouhil, pasando por Eduardo II de Marlowe (revisado por Brecht)...

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  267. El teatro es la confrontación de una crisis lingüística. Un conflicto.

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  268. Si no hay transiciones hacemos literatura. El teatro es hacer texto dentro del texto. El teatro es como una explosión de conflictos, con una dinámica que nada tiene que ver con las gramáticas de la narrativa.

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  269. El teatro desaparece cuando el problema (el conflicto) desaparece. Si te sucede eso, si desaparece el encanto, busca con técnica y tranquilidad «tu verdad» de nuevo. Siempre es posible si no te derrumbas inútilmente.

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  270. El teatro es la resolución de conflictos. Como la Retórica con mayúsculas. Ambos -teatro y Retórica– son el arte de resolver problemas.

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  271. Las cosas en la vida no ocurren como en el teatro. Lo que importa es la forma; estamos suponiendo una semiótica del estilo verbal, del rumor, de un lenguaje que viene de lo fonoestilístico. Si tú sabes mirar el ruido, puedes reproducirlo, entenderlo. Creo que hay que trabajar más en semióticas de la palabra. Sería útil que así fuera, para hacer progresar el arte de la representación. Pero anota una sola idea sobre esto: Nadie paga una entrada de teatro, en definitiva, por «mirar» la vida.

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  272. La obra de arte es generadora de círculos expansivos de la información. Primero operamos desde un centro concreto de información escénica. De ahí generamos nuevas ondas como cuando se echa un guijarro en el estanque. Así formamos círculos concéntricos de información, que acaban por desaparecer en el infinito. Busquemos ahí, en esa bruma, la magia.

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  273. «Put a mirror up to nature», escribió Shakespeare. Pero la cuestión no es si ponemos o no ponemos un espejo en Hamlet ante el mundo, sino la naturaleza de ese espejo: ¿cóncavo?, ¿convexo?, ¿acaso plano?

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  274. La realidad es una referencia que ha de quedar trascendida y que nos será útil en función del resto de elementos del sistema. El hecho teatral desarrolla gramáticas independientes, igual que sucede en eso que llaman «vida real», dentro de las cuales lo «real» puede ser, en muchas ocasiones, una distorsión o, sencillamente, innecesario. Llegados aquí, deberíamos tener claro que el actor construye dentro de sí un aparato diferenciado y distorsionado de la realidad. El actor no es un imitador de conductas, es un artista que crea y recrea entidades lingüísticas trascendentes a partir de esas conductas. A menos que entendamos el teatro como un compendio de «psicopatologías de la vida cotidiana».

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  275. El teatro es un arte imposible. Cuanto más imposible, más bello es el resultado. Un espectáculo deja de serlo cuando se han desvelado todos los misterios. Si me permites hablar en broma te diría que si supiéramos de dónde sale Hamlet, qué leía, cuál era su ADN... ¿quién iba a pagar una entrada para verle correr por Elsinore? Nadie. Me temo que nadie.

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  276. El teatro es teatro porque es hermoso en sí mismo, en sus esencias, estructuras, trampas, misterios… no porque el argumento enganche. Un mismo argumento puede dar lugar a diferentes textos de diferentes calidades. Recordemos que, en teatro, lo que importa no es el qué, sino el cómo. Hay hechos de la vida cotidiana que pueden llegar a «enganchar» más que el teatro, pero no los convierte en arte. Recuerda el ejemplo de Hipólito y Fedra... ¿Crees que es lo mismo en Eurípides que en Unamuno? Está claro que no. O recuerda Don Juan y repasa el de Tirso, el de Molière, el de Zorrilla... Tirso es en esa obra un verdadero genio... No diría lo mismo de Zorrilla por mucho que se represente, aunque tiene su gracia, para qué negarlo.

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  277. El teatro es en su esencia un arte solidario y político. Todo el teatro tiene una trascendencia política de puertas afuera y una necesidad solidaria de puertas adentro. No existe el teatro apolítico, de igual modo que no es probable un buen trabajo en una compañía desunida. Ambas dimensiones –interior y exterior– del teatro se muestran, como en una transparencia, cada noche sobre el escenario. Cuando hay amor en un grupo de actores, cuando hay entrega y verdad, aparece un hado que todo lo convierte en más grande.

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  278. El teatro es mágico y ambiguo, o no es nada.

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  279. En teatro no siempre hay preguntas directas que necesiten de una contestación inmediata. A veces todo es ambiguo. Indirecto.

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  280. El atractivo escénico surge de la ambigüedad... La polaridad sexual, el decantamiento gestual y verbal hacia clichés masculinos o femeninos excesivamente prototípicos, forman parte de la mentira cultural, de una mentira burguesa.

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  281. El teatro es un monumento lingüístico a la ambigüedad: la madurez puede estar llena de inocencia y la juventud, de malicia. Todo es poliédrico en el teatro.

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  282. Resulta sorprendente encontrar aún títulos de textos teatrales en las estanterías de una biblioteca por su valor literario, por su valor como «libro». El teatro no es literatura. Es teatro. Es un fenómeno en conexión directa con la liturgia, el mito, el rito... (¿Cuántas veces lo he de repetir? Muchas, muchísimas veces. Esto no es un libro ni un método. Es un breviario para que leas algo cada día, y he de ir repitiendo, muy consciente de que lo hago.)

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  283. El teatro ha de perturbar, debe suponer una inconexión, una incongruencia con el resultado preescrito por el espectador. El teatro surge de la transubstanciación, es decir, de la visión de algo o de alguien que logra significar algo diferente a lo comúnmente percibido. Este fenómeno estremece el espíritu de aquel espectador que haya decidido entrar en el proceso de transubstanciación. Una gran actriz puede «ser» una mujer casi adolescente, madura y adulta, en hora y media de función.

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  284. Un actor es transmisor del patrimonio oral y dramático de su lengua. El teatro sobrevive y sobrevivirá gracias a su escenificación, no a su lectura. De la misma manera que una partitura de Bach guardada en un cajón, de algún modo, no vale para nada, todo nuestro teatro clásico o todo el teatro universal no existe si no se representa. Calderón sólo tiene sentido en un escenario. En una biblioteca tiene un valor literario y testimonial. Con ser importante, todavía lo es más verlo para lo que fue creado: el escenario.

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  285. No cometas el error de creer que para mí las palabras hacen el «texto del teatro». Texto, evidentemente, es un «complejo variable» (Complex variable) que incluye emoción, gesto, palabra y «traducción» del espectador.

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  286. Guarda este Breviario, si te está sirviendo de algo. Échalo a la basura si te está liando. Al fin y al cabo, quien se la va a jugar en el escenario eres tú, y no el ejército de pedantes que te abrumamos.

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